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Sobre mi

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Mi nombre es Carles Fabra y ésta es mi historia.

No tengo mucho que decir. En realidad sí, pero, claro, uno se pone hablar de uno mismo (valga la redundancia- ¿por qué vale, no?- y no sabe qué decirse. 

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Me dijeron- Haz un post a modo de presentación- que la gente te conozca. Por qué escribes lo que escribes. Pero, insisto, no sé exactamente qué decir. Y lo más importante, ¿Por qué decirlo? 

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No os va a interesar demasiado. Pero a riesgo de crear una absoluta indiferencia (ahora lector estás leyendo esto, y no sabes por qué estás perdiendo el tiempo leyendo esto, cuando tienes una vida de la que ocuparte) daré algunos datos, unos detalles, a modo de biografía. Porqué mi “coach” me lo ha pedido, y yo, que soy obediente no puedo negarme. 

Nací un jueves. 20 de abril a las 15: 25 de un año como otro: pongamos por caso 1978. 

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Aprendí a leer con mi madre. No había otra cosa que revistas del corazón y novelas de una tal Danielle Steel. También recuerdo, siendo uno de mis libros de cabecera: Love Story. 

Me interesó desde niño el cine de terror, y concretamente el subgénero Zombi. Me entusiasma George A Romero. 

Empecé a escribir, sin saber que ese acto me iba a salvar la vida tantas veces, relatos de terror. En realidad todo eran historias de zombis. Yo quería ser el siguiente George A Romero. 

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Crecí, supongo, odiando a los profes de literatura hasta llegar al instituto. Hubo un profesor (siempre lo hay)  que me marcó el camino. Me presentó a un tal Miguel Delibes. Hubo un relato (siempre lo hay) “El loco” .

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A partir del 2010, mama traspasa de plano. Me comunico con ella todos los días. Lo hago, quizás, de la única manera que sé: a través de mis relatos.  

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A eso me dedico. A escribir relatos. Quizás, a intentar convertir la realidad, la cotidianidad, en un milagro. 

Y al cabo de los años, sólo hay una imagen que me define: tengo nueve o diez años. Fuera llueve a cántaros. Debe de ser noviembre. Mamá está leyendo un libro de Danielle Steel, meciéndose en el sillón. Mini, la gata, le ronronea las piernas. Yo, frente de ella, en la mesa del comedor, intento hacer los deberes. No hay manera. Un folio en blanco. Miro a mi madre y empiezo a escribir: sigo siendo ese niño. Y sigo escribiéndole. Poco más que añadir.

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Carles Fabra

Noviembre de 2024

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